martes, 2 de abril de 2013

La sexualidad tras la llegada del primer hijo/a

A lo largo de la vida de las personas existen muchas decisiones que tomar, decisiones importantes que pueden cambiar el desarrollo de los acontecimientos vitales. Una de estas decisiones es tener o no descendencia. Como todos sabemos, tan respetable y valiosa es una opción como otra.
 
Es cierto que existen múltiples posibilidades si la decisión es sí tenerla: tener hijos en pareja o una persona sola, adoptar, embarazarse de manera natural o por inseminación artificial...
 
Pero lo que sí hemos de tener claro es que va a cambiar nuestra vida, y sobre todo, nuestra vida en pareja (si es ésta nuestra situación). Y, por tanto, hemos de tenerlo en cuenta a la hora de tomar una decisión.
 
En ocasiones, el tema de la sexualidad tras el parto ha sido un gran tabú. En efecto, se da por hecho que, especialmente la mujer (aunque también el hombre), ya no es mujer "deseante" y "deseada", sino "madre". Y que además ha de ser una madre ejemplar, modelo. ¿Qué pasa cuando no se cumplen las expectativas sociales?
 
¿Cuáles son los cambios que se producen tras la llegada del hijo/a? Fundamentalmente, podemos señalar cambios de dos tipos:
 
  • Unos más físicos: Que se van a dar siempre y cuando se hayan tenido hijos biológicos y, por tanto, haya habido embarazo y parto por parte de la mujer. Se dan, por tanto, en ella, aunque repercuten en ambos miembros de la pareja: cambios corporales durante el embarazo (que pueden repercutir en la imagen corporal de ella y en el deseo de ambos), cambios hormonales (por ejemplo, durante el período de lactancia, la mujer genera prolactina y ésta se sabe que puede estar relacionada con el descenso de deseo erótico), recuperación tras el parto (si el parto ha sido vía vaginal y, especialmente si ha habido episiotomía, se va a necesitar un tiempo de recuperación posterior durante el cual no es posible practicar el coito, aunque sí otras prácticas eróticas).
    • Y otros de corte más relacional: Éstos sí que afectan también al otro miembro de la pareja y se dan de igual modo en personas que adoptan. En primer lugar, se cambia el enfoque, la atención ya no se centra tanto en la pareja y en la relación de pareja como amantes, sino en el bebé. El cansancio propio de esta etapa, sobre todo durante los primeros meses, derivado de la atención constante que necesita el bebé, obliga a buscar momentos de descanso más que de ocio o de vida en pareja. Nuestras prioridades son otras. Se han de reorganizar también tiempos y espacios (tanto solos como en pareja). Se ha de gestionar la nueva convivencia y también los accesos a la erótica. Todas estas tareas no son fáciles y requieren de esfuerzo, sacrificio y adaptación por parte de ambos miembros. Si se superan y se abordan positivamente, pueden crear sinergias y fortalecer el vínculo afectivo entre los componentes de la pareja, pero hay personas que no se adaptan a esta nueva situación, de ahí que la tasa de separaciones tras el primer año de llegada del primer hijo, se dispare.
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    ¿Cómo van a afectar estos cambios en nuestra erótica? Lo más característico es oír hablar de una etapa de disminución del deseo, sobre todo en las mujeres, aunque cada vez más, también en los hombres. Como nuestras prioridades son otras, estamos "hipotecando" de alguna manera nuestro deseo, pero hay que dejar unos tiempos, pues el objetivo es que, tras este primer período de adaptación, se vuelva un poco a la situación anterior a la llegada del bebé. Tenemos que permitirnos no tener deseo u obligaciones en el ámbito de la relación.
     
     
    Es necesario concretar también a qué nos referimos con disminución del deseo, pues seguramente habrá prácticas que no apetecerán nada (sobre todo el coito, cuando la mujer tenga que recuperarse tras el parto). Pero, afortunadamente, la erótica es mucho más que coito y genitalidad, y esta nueva situación puede ayudarnos a reinventar nuestra erótica. Tenemos que seguir besándonos, acariciándonos, tocándonos, es decir, desarrollando todo un abanico de prácticas que permiten cercanía, vinculación y placer.
     
     
     
    En definitiva, lo importante no es tener o no relaciones eróticas, no es recuperarlas lo antes posible, ni la cantidad de las mismas, sino adaptarnos a la nueva situación de tal modo que estemos satisfechos, que fortalezcamos los vínculos afectivos, nos enriquezcamos y podamos expresar nuestra erótica de manera satisfactoria acorde al momento evolutivo que estamos viviendo.
     
     
     
     
     
     
     

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