jueves, 14 de febrero de 2013
miércoles, 13 de febrero de 2013
¿Os apetece un San Valentín "diferente"...?
Un año más…llegó San
Valentín, el “día de los enamorados”.
Supongo que muchos de vosotros
os preguntaréis, ¿y qué tiene este día de especial? Y, ¿qué pasa si no estoy
enamorado/a?
Es cierto que se critica
mucho el consumismo que se genera con él, como con otras muchas celebraciones
conocidas, y, desde luego, esta crítica está justificada.
Sin embargo, sí que tiene sentido
y es muy positivo el hecho de que podamos hacerle explícito a alguien lo
especial que es para nosotros. Ahora bien, no sólo ese día, sino todos los
demás.
Está claro que uno de los
aspectos que se deterioran más con el paso del tiempo en las parejas es
precisamente éste: el mimar a la otra persona, el decirle que es especial,
tener un detalle con él/ella. Es muy frecuente que en terapia se tengan que
trabajar estas “tareas”.
Por eso, hemos de valorar que
en San Valentín se ponga de manifiesto que hay que hacer esto, pero, desde
luego, no es suficiente con sólo un día. Yo más bien lo recomendaría hacer, al
menos, un día a la semana.
Mucha gente puede pensar: “Yo
no tengo tiempo para hacerlo tan a menudo” o “¡menudo coste económico con la
que está cayendo!”
Un detalle no tiene por qué
ser material, ni tiene por qué requerir de mucho tiempo. De hecho, una mirada
de unos treinta segundos de complicidad al día con la pareja es casi suficiente
para mantener intimidad. Un detalle puede ser un paseo, dedicarle cinco minutos
para charlar a esa persona tan especial, un baño, un masaje, una nota, una caricia, una
carta, una llamada telefónica, preparar un plato especial…
¿Por qué nos cuesta tanto
hacer “un regalo”? Nos cuesta esfuerzo incluso pensar en ello, y quizás sea
porque no estamos acostumbrados a esos pequeños gestos. Para empezar, ni con
nosotros mismos.
El amor a uno mismo está mal
considerado en nuestra cultura. Se identifica con el egoísmo. Y nada más lejos
de la realidad. Amarse a sí mismo es una manera de aprender a amar. Poco se
puede enseñar del respeto a los demás si a tí mismo no te respetas.
Pero, ¡cuidado! aprender a
amarse es aprender a escucharse y respetarse, aceptando nuestros límites. Es
decir, saber que no somos perfectos y permitirnos no serlo.
Desde este punto de vista es
importante la forma en que nos cuidamos, pues está muy relacionada con la
autopercepción y con los estados de ánimo. Cuidarse es tenerse en cuenta,
escuchar las propias necesidades, reconocer que existimos y ocupamos un lugar
en el mundo y que tenemos derecho a sentirnos bien, a procurar por nuestro
bienestar en todos los ámbitos de nuestra existencia.
Esto que teóricamente parece
elemental, no está incorporado en nuestra cultura ni, en concreto, en el mundo
de las mujeres, por los mensajes sociales recibidos.
Por eso hoy, en el día de San
Valentín, os voy a proponer una idea que TODOS/AS vais a poder llevar a cabo
(no importa la edad, sexo, tener o no pareja, condición económica…),
¿y qué pasa si no estoy
enamorado/a?: también la vas a poder poner en práctica.
La tarea es la siguiente: que
cada uno se haga un regalo a sí mismo, un pequeño detalle, simplemente darnos
un capricho (hacer una actividad que nos reconforta, conversar con un viejo
amigo/a, darnos un masaje, escuchar nuestra canción preferida, o decirnos unas
palabras bonitas sobre nuestras capacidades).
Empecemos a querernos
nosotros mismos para poder querer a los demás y compartir después con ellos.
Así estaremos en mejor disposición para celebrar con ellos éste y otros muchos
días.
sábado, 9 de febrero de 2013
¿SOMOS ROMÁNTICOS/@S?
Me resulta curioso constatar lo interiorizado que tenemos el ideal romántico en nuestra sociedad.
En ocasiones, se tiende a pensar que sólo es explícito
en las mujeres, pero lo cierto es que nos influye mucho tanto a unos como a
otras. ¿Quién no ha oído, en infinidad de ocasiones, que el mejor modo de estar
en la vida es “estar en pareja”?, incluso se verbaliza que el óptimo estado es
“estar enamorado/a” (a pesar de que sabemos que el enamoramiento es un estado
pasajero que no dura mucho tiempo y se acaba). ¿No es cierto que, pese a que
conocemos multitud de rupturas de parejas y fracasos matrimoniales actualmente,
cuando estamos inmersos en una relación seguimos pensando que “lo nuestro” es
para siempre, o que, al menos, ése es el ideal?
ha dado mucho valor al amor, al romanticismo, a
la “vida en pareja”, de hecho, podemos verlo reflejado en multitud de
literatura, en el cine, en los cuentos infantiles, por ejemplo, de Walt Disney,
(¿quién no recuerda el famoso final de “…fueron felices y comieron perdices…”
que solía ocurrir después de que un hombre y una mujer, siempre pareja
heterosexual, se casasen?).
Sin embargo, sí que se están dando en la sociedad
una serie de cambios que propician que las personas nos vinculemos y nos
desvinculemos varias veces en la vida, es decir, que, a lo largo de nuestra vida,
tengamos diferentes parejas y que estemos solos en otros períodos de la misma.
Por lo tanto, ¿tiene sentido que tengamos unos
“ideales” o nos propongamos unas metas que cada vez tienen menos que ver con el
modo de vida actual, con la realidad?, ¿acaso no nos generarán frustraciones si
no se cumplen?, ¿podemos desprendernos tan fácilmente de algo que se nos ha
inculcado durante tanto tiempo?, ¿será positivo para nuestras relaciones de
pareja actuales pensar que es bastante probable que se acaben y comiencen otras?,
¿será positivo para las personas que no tienen pareja y se obsesionan en
encontrarla?
Lo cierto, es que no es fácil desprendernos de
este ideal tan presente en nuestra sociedad, y que aunque hemos de ser
conscientes de sus limitaciones y de que puede generar frustraciones y
dificultades en las rupturas, también tiene algo positivo que aportarnos, pues no
podemos estar inmersos en una relación de pareja pensando constantemente que se
va a terminar, ya que eso significaría el fin de la misma. ¿Y qué sería de las
relaciones amorosas sin ilusión?
Suscribirse a:
Entradas (Atom)