Todavía a día de hoy, debemos seguir
justificando, en muchas ocasiones, la necesidad de recibir una buena educación
sexual desde la infancia.
Está claro que la educación sexual se da, es
inevitable. Y el ámbito desde el que se transmite es, fundamentalmente, el
familiar. ¿Cómo? Desde que un bebé nace, generalmente sus padres comienzan a
enseñarle muchísimas cosas: cómo le tocan, cómo le acarician, cómo y cuándo le
hablan, cómo ejercen sus cuidados sobre el bebé y posteriormente sobre el niño
y/o la niña. En definitiva, le están transmitiendo muchísima información. Es
inevitable no hacerlo, por eso, cuando los padres y madres se plantean cómo
llevar a cabo una adecuada educación sexual con sus hijos (esta
"preocupación" suele aparecer en torno a la pubertad de los
hijos/as), en realidad, deberían saber que ya llevan mucho tiempo haciéndolo y
que, seguramente, no lo han hecho mal hasta la fecha, por lo tanto, no se trata
de empezar de cero, sino de continuar una tarea inacabada.
¿Por qué, sin embargo, aparecen ciertos
"fantasmas" a la hora de abordar esta temática? Está claro que sigue
siendo un tema cuanto menos "controvertido" y que genera miedos e
inseguridades. Por un lado, porque continuamos teniendo la idea de que
sexualidad es igual a relaciones sexuales y, por tanto, se puede pensar que al
hablar a los niños/as de esto les estamos incitando a la práctica de las
mismas, y nada más lejos de la realidad: ¿Por qué? porque sexualidad es mucho
más y no sólo se han de abordar las conductas eróticas, y porque, además, existen
estudios científicos que demuestran que los jóvenes que han recibido una buena
educación sexual, retrasan y no adelantan sus primeras relaciones sexuales.
Del mismo modo, pueden surgir dudas en cuanto a
abordar la educación sexual desde la escuela: por un lado, la propia
legislación educativa manifiesta la obligatoriedad de que los alumnos/as
reciban educación sexual en los centros educativos, sin embargo, al no existir
una asignatura propia que aborde esta temática, lo que suele ocurrir en
numerosas ocasiones es que se queda "en tierra de nadie" y, por
tanto, no se da. En otras ocasiones, tanto las familias como los docentes, ante
esta situación, manifiestan su preocupación y garantizan que se aborde en el
ámbito educativo, pero lo que, a veces, ocurre es que se hace de un modo muy
puntual, por ejemplo: una charla a los alumnos/as de 4º de ESO. ¿Tiene sentido
una educación sexual en la que no se cuente con las familias, el profesorado y/o
el alumnado? Además hemos de transmitir a nuestros menores una educación sexual
positiva y no centrada en “miserias”, por tanto, ¿hemos de esperar a que surjan
“problemillas” o “momentos críticos” o es mejor adelantarnos a que esto ocurra?
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